Cambiar bañera por ducha en Paradinas de San Juan

Muchas personas que poseen o alquilan una casa, que en secreto desean mudar su ducha por la comodidad de una bañera… De hecho, con el tiempo, los deseos y las necesidades cambian. La ducha, si bien muy práctica para el cada día, no es la solución ideal cuando la familia está creciendo. La bañera puede ser entonces una posible opción… Mas para ello, el tamaño del baño es un factor a tener en cuenta. ¿Quieres substituir tu ducha por una bañera mas aún dudas? Acá tienes los beneficios y desventajas que te permitirán proyectarte mejor y tomar tu resolución.

El espacio:

Es cierto que sin su marco, una bañera raras veces supera los uno con ochenta m de largo y los 90 cm de ancho, mas estas ya son dimensiones esenciales en comparación con las de un baño. Y cuando agrega un marco o el modelo es un tanto fuera de lo normal, una bañera puede ocupar la mitad del espacio libre.

Consumo de agua:

La bañera nos impulsa a tomar baños prolongados con más frecuencia de lo que en ocasiones permite nuestra economía. Por tanto, con una ducha, ahorrarás dinero, agua y tiempo. Sin mentar que la instalación es por norma general más asequible.

Diseño y Comodidad:

Más compacta, una ducha puede caber sencillamente en una esquina de la habitación para adaptarse a su arquitectura. Pero también se puede hacer todavía más prudente, en una versión de ducha italiana donde su perfecta continuidad con el suelo es particularmente estética. La distribución de una ducha es más fácil de diseñar que la de una bañera, pero también deja una mayor coherencia ornamental de la habitación (uniformidad de materiales, mejor integración visual). Por último, por su accesibilidad y sencillez de empleo, una ducha permite ganar en comodidad. Y para aquellos a los que les agrada cuidarse en el baño , evidentemente es posible cambiar un jacuzzi por una ducha de hidromasaje.

Seguridad:

En comparación con el punto precedente, tenemos la cuestión de la peligrosidad, por poner un ejemplo niños pequeños en bañeras demasiado profundas, o bien caños de bañera contra los que hay que pegar fuerte. Por no charlar de los tradicionales toboganes, muy habituales en bañeras viejas y gastadas.